Pimientos, rojos, verdes, amarillos, grandes pequeños picantes, dulces, rellenos, en crema, en vinagreta... desde pequeña me vuelven loca de cualquier forma pero cuando descubrí a estas pequeñas, las guindillas o piparrak frescas elevé mi adicción un grado mas (si es que esto era posible).
Desde entonces cada vez que empieza la temporada las compro por kilos (si, como lo oís) y me las como como pipas.
La receta tradicional para hacerlas es freírlas en aceite y echarles sal gruesa, como si de pimientos del padrón se tratara (Otros primos a los que no hago ningún asco).
Pero el año pasado descubrí una nueva receta para hacerlas muy muy fácil y que no requiere ni de fuego, cosa que con estos calores se agradece. Se trata de, en crudo, cortarlas en rodajitas y bañarlas (literalmente) en aceite de oliva virgen con un par de ajos picados bien finos y sal al gusto. Se deja reposar como mínimo 2 o 3 horas, aunque os recomiendo toda la noche, si es que podéis esperar.
Cuando estén listas acompañarlas con bien de pan porque os chupareis hasta los codos!! Son muy socorridas para el aperitivo.
ATENCIÓN: esta receta puede causar adicción. El que avisa no es traidor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias! No os haceis a la idea de lo que nos gusta leer cada comentario que dejais. ♥